Monday, November 2, 2020

Devocional CPTLN — Que fluya la justicia

 

Que fluya la justicia

¡Ay de los que anhelan que llegue el día del Señor! ¿Para qué quieren que llegue el día del Señor? Será un día de tinieblas, y no de luz. Será como cuando alguien huye de un león, y se topa con un oso. O como cuando alguien entra en su casa y, al apoyarse en la pared, una culebra le muerde la mano. El día del Señor no será de luz, sino de tinieblas. ¡Será un día sombrío, sin resplandor alguno! «Yo aborrezco sus fiestas solemnes. ¡No las soporto, ni me complacen sus reuniones! Cuando me ofrezcan sus ofrendas y holocaustos no los recibiré, ni miraré los animales engordados que me presenten como ofrendas de paz. Alejen de mí la multitud de sus cantos. No quiero escuchar las melodías de sus liras. Prefiero que fluya la justicia como un río, y que el derecho mane como un impetuoso arroyo.

Este es un pasaje realmente extraño. Aparentemente, en los días de Amós las personas hablaban de cuánto deseaban que llegara el Día del Señor, lo que llamaríamos el Día del Juicio, el fin del mundo, el día de la abrumadora victoria final de Dios. Esperaban ansiosos ese día debido a todas las profecías que lo rodeaban: los enemigos de Israel serían destruidos, no habría más guerras, habría suficiente comida para todo el pueblo de Dios, Dios enjugaría toda lágrima de sus ojos. ¿Cómo no habría de gustarles?

Pero Amós vio a lo que NO estaban prestando atención: que el Día del Señor viene con juicio. ¿Qué pasará con quienes se creen seguros, pero no han examinado su vida? Como dice Amós: "... han vendido al justo por dinero, y al pobre por un par de zapatos; han aplastado en el suelo a los desvalidos, han torcido el camino de los humildes; ... y en la casa de sus dioses se embriagan con el vino que reciben como multa" (Amós 2:6b-7a, 8b).

Y Jesús lo describió así: "Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me cubrieron; estuve enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron... De cierto les digo que todo lo que no hicieron por uno de estos más pequeños, tampoco por mí lo hicieron" (Mateo 25: 42-43, 45b).

Estas son fuertes palabras de juicio. ¿Qué podemos hacer? Ninguno de nosotros ha vivido una vida perfecta. Todos podemos recordar ocasiones en las que no nos comportamos como hijos de Dios, en que mostramos odio en vez de amor y miedo en vez de confianza; en que hicimos daño en vez de bien o ignoramos las dificultados de aquéllos a quienes Dios nos envió para que cuidemos. ¿Cómo podemos salvarnos?

Solo a través de Jesucristo, nuestro misericordioso Salvador. Él nos vio cuando teníamos hambre y sed, cuando éramos pobres y estábamos enfermos, solitarios y oprimidos, enemigos de Dios y esclavos del pecado, y no se apartó de nosotros. Por su gran amor se hizo uno de nosotros, para servir, sufrir, morir en una cruz y resucitar de entre los muertos, para así liberarnos del poder del mal y la muerte, y llevarnos a la vida y libertad de los hijos de Dios.

Jesús tuvo compasión de nosotros. Hagamos lo mismo con los demás.

ORACIÓN: Amado Señor, vive a través de mí y úsame para bendecir a quienes están en necesidad. Amén.

Dra. Kari Vo

Para reflexionar:
* ¿Puedes pensar en una persona que necesite conocer a través de ti el amor de Jesús?

* ¿Qué podrías hacer para ayudar a esa persona?
© Copyright 2020 Cristo Para Todas Las Naciones. Que a través de estos devocionales, la Palabra de Dios te refresque en tu diario caminar.
Este es un pasaje realmente extraño. Aparentemente, en los días de Amós las personas hablaban de cuánto deseaban que llegara el Día del Señor, lo que llamaríamos el Día del Juicio, el fin del mundo, el día de la abrumadora victoria final de Dios.

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