Digamos «NO» al divorcio (primera parte)
El esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo.
—Efesios 5:28 (NVI)
Solo en nosotros está la decisión de decirle «NO» al divorcio. En su Palabra, Dios deja bien clara varias advertencias. Por ejemplo:
- «No os unáis en yugo desigual con los incrédulos» (2 Corintios 6:14, rv-60). Antes de dar el paso del matrimonio, la pregunta es la siguiente: «¿Por qué te casas con un inconverso?». Si lo consideras, no todos los casos terminan felices, pues muchos no van jamás a la iglesia aunque se casen porque uno no puede cambiar a nadie.
- «El hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer» (Génesis 2:24). Muchos matrimonios llegan al divorcio por los suegros. Si te casas, debes «dejar» la falda de mamá. Claro, hay casos preciosos donde la suegra es de bendición en el hogar.
- «Y los dos se funden en un solo ser» (Génesis 2:24). Se trata de un solo ser, pues no son parejas de tres ni de cuatro. Es decir, debe ser de una sola mujer y un solo hombre porque ya somos uno en Cristo.
- «¡Goza con la esposa de tu juventud!» (Proverbios 5:18). Por eso debes disfrutar a tu cónyuge aun en la vejez. No dice que el amor es solo durante la juventud, sino que es para siempre.
- «Dando honor a la mujer como a vaso más frágil» (1 Pedro 3:7, rv-60). En esto se incluye el respeto, la ternura, la suavidad.
Únete a esta campaña y digamos «NO» al divorcio. No perjudiquemos más la Palabra de Dios y démosle testimonio al mundo.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
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