Yo le digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío».
Señor, ¡qué cosas tan hermosas nos has dejado en tu Palabra! Cuando leo el Salmo 91, comprendo, mi Dios, que si soy obediente a tu Palabra, mi vida estará siempre bajo tus alas. Con tus cuidados y protección. Que no debo temer a nada ni nadie porque eres mi Defensor.
En tu Palabra prometiste no abandonarme y estar conmigo en todo momento.
Ayúdame, Señor, a darte todo mi amor y a confiar plenamente en tu poder.
Dios mío, no temeré y descansaré en ti.
Por más noticias preocupantes que se escuchen afuera, yo creeré en ti.
Amén y amén.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
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