Leer: 2 Crónicas 7:1-10
La Biblia en un año: Job 38–40; Hechos 16:1-21
Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra (Salmo 100:1).
La melodía favorita de mi nieta es una marcha de John Philip
Sousa. Sousa, el «rey de las marchas», fue un compositor de fines del
siglo xix. Moriah no está en una banda musical; tiene solo 20 meses de
vida. Simplemente, le encanta la melodía y hasta puede tararear algunas
notas. La asocia con momentos de alegría. Cuando nuestra familia se
reúne, solemos canturrear esta canción mientras aplaudimos, y los
nietos bailan o desfilan al ritmo de la melodía. Siempre termina con
niños mareados y muchas risas.
Nuestro alegre canto me recuerda el salmo que nos implora «[adorar]
al Señor con gozo» (Salmo 100:2 NTV). Cuando el rey Salomón dedicó el
templo, los israelitas celebraron con alabanzas (2 Crónicas 7:5-6). El
Salmo 100 quizá haya sido una de las canciones que entonaron. Declara:
«Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. Servid al Señor
con alegría; venid ante su presencia con regocijo. […] Entrad por sus
puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza; alabadle,
bendecid su nombre» (vv. 1, 4). ¿Por qué? «Porque el Señor es bueno;
para siempre es su misericordia» (v. 5).
¡Nuestro buen Dios nos ama! En respuesta a esto y con gratitud, ¡cantemos «alegres a Dios»! (Salmo 100:1).
Señor, danos un corazón agradecido para alabarte. ¡Para siempre es tu misericordia!
La alabanza es el desbordamiento de un corazón gozoso.
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