Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
~ Mateo 6:21 (NVI)
¡Cuántas veces en el camino de la vida nos encontramos personas que se creen, como decimos popularmente, «la última Coca-Cola del desierto»! Personas que valen por lo que tienen y por los títulos que las acompañan. Personas que incluso te miran por encima del hombro.
Sin embargo, ¡qué duro es volver a encontrar a esas mismas personas que por diferentes situaciones en la vida se encuentran devastadas y sin el consuelo de Dios! El ejemplo más cercano y popular es la situación hipotecaria que vivió este país y que cambió el panorama total de muchos. Algunos se quedaron sin nada, pues perdieron casas, autos, crédito, trabajos y familias. Hoy en día, no los hemos vuelto a ver.
Quizá se sientan avergonzados porque su vida se basaba en lo material. Es evidente que eran lo que tenían y su felicidad no se cimentaba en Dios, sino en el dinero. ¡Qué lección de vida tan dura! Esto nos enseña que en este mundo no debemos aferrarnos a nada material. Que las riquezas son espectaculares mientras nuestro corazón no esté en ellas. Que Dios nos da esas riquezas, pero para que en medio de ellas seamos humildes, sencillos y generosos.
Por lo tanto, nunca debemos olvidar que Él es el que quita y pone. No nos apeguemos a lo material, pues cuando partamos de este mundo, nada podremos llevarnos. Entonces, lo que quede, se lo repartirán nuestros propios seres queridos. Vivamos con sencillez de corazón.
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
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