Como flechas en las manos del guerrero son los hijos de la juventud. Dichosos los que llenan su aljaba con esta clase de flechas.
Salmo 127:4-5 (NVI)
El aprendizaje de nuestros hijos es una disciplina y un ejercicio que de seguro será un gran recurso para ustedes, padres y madres de familia. A lo mejor tú y yo no recibimos en nuestra niñez todo el amor que anhelábamos o nuestros padres se separaron y hubo mucha soledad y confusión. Lo que es peor, tal vez te maltrataran tus propios padres. Sin embargo, hoy en día eres padre y no debes repetir el patrón en el que te formaron, pues eso sería vengarte con tus hijos de algo que no tienen culpa.
Por eso, te presento a otra de mis princesas, Nichole, a quien le decimos «Niki». Desde pequeñita, le ha fascinado la música y siempre nos deleita con su hermosa voz. Sueña con ser una famosa cantante cristiana. En la actualidad, juega al fútbol y usa el número «10» en su camiseta.
De ella he aprendido algo que no se ve en todas las personas. A pesar de los problemas que le ha tocado vivir a mi lado, hay dos cosas que la distinguen: Nunca pierde la calma ni tampoco el buen humor. Además, Niki me contagia con su alegría y es una niña buena que busca de Dios. A sus dieciséis años, tiene claro varios conceptos como el de llegar virgen al matrimonio y servir al Señor con sus dones y talentos. ¡Cuánto me hubiera gustado conocer a Dios en esa edad! ¡De cuántas cosas me hubiera librado!
Gracias, Niki, por tu apoyo incondicional, por ayudarme a sacar adelante a Anne, tu hermana. Sobre todo, gracias por seguir firme en los caminos de Dios. ¡Te amo también!
Un Día a la Vez Copyright © by Claudia Pinzón
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