Leer: Romanos 8:22-28 | La Biblia en un año: Jueces 13–15 Lucas 6:27-49
Al Señor clamé estando en angustia, y él me respondió (Salmo 120:1).
Di gracias a Dios por poder cuidar a mi mamá durante su batalla
contra la leucemia. Cuando los medicamentos empezaron a hacer más daño
que bien, ella decidió dejar el tratamiento.
«Ya no quiero sufrir más —dijo—. Quiero disfrutar de mis últimos días
con mi familia. Dios sabe que estoy lista para irme con Él».
Oré con fervor a nuestro amoroso Padre y poderoso Médico, sabiendo
que podía hacer un milagro. Pero, para responder «sí» a mi mamá, Él
tendría que decirme «no». Sollozando, me rendí a su voluntad.
Poco después, Jesús recibió a mi mamá en una eternidad libre de dolor.
En este mundo caído, habrá sufrimiento hasta que Cristo vuelva
(Romanos 8:22-25). Nuestra naturaleza pecaminosa, nuestra visión
limitada y el temor al dolor pueden distorsionar nuestra capacidad para
orar. Pero, felizmente, el Espíritu «conforme a la voluntad de Dios
intercede por los santos» (v. 27). Dios obra para bien de aquellos que
lo aman (v. 28), incluso cuando su «sí» para alguien implique un
desgarrador «no» para nosotros.
Podemos hacer eco del lema de mi mamá: «Dios es bueno. Cualquiera que
sea su decisión, estoy en paz». Al estar seguros de la bondad del
Señor, podemos confiar en que responderá según su voluntad y para su
gloria.
Señor, gracias por trazar nuestros días según tu plan perfecto.
Las respuestas de Dios son más sabias que nuestras oraciones.
No comments:
Post a Comment