Leer: 1 Crónicas 16:8-27 | La Biblia en un año: Lucas 2:1-24
Buscad al Señor y su poder; buscad su rostro continuamente (1 Crónicas 16:11).
Mi hijo de cuatro años está llenó de preguntas, y habla todo el
tiempo. Me encanta charlar con él, pero ha desarrollado un feo hábito de
hablarme dándome la espalda. Muchas veces, termino diciendo: «No te
escucho. Por favor, mírame cuando me hablas».
A veces, pienso que Dios quiere decirnos lo mismo; no porque no pueda
oírnos, sino porque tendemos a hablar con Él sin «mirarlo». Oramos,
pero seguimos envueltos en nuestras preguntas y enfocados en nosotros
mismos, olvidándonos de quién es Aquel al que elevamos nuestra oración.
Como mi hijo, hacemos preguntas sin prestar atención a la persona a
quien le hablamos.
Muchas de nuestras preocupaciones se resolverían mejor si
recordáramos quién es Dios y lo que Él ha hecho. Si tan solo reenfocamos
nuestra mirada, encontramos consuelo en lo que ya sabemos de su
carácter: el Señor es amoroso, perdonador, soberano y bondadoso.
El salmista estaba convencido de que debíamos buscar constantemente
el rostro de Dios (Salmo 105:4). Cuando David designó líderes para la
adoración y la oración, alentó al pueblo a alabar al Señor por sus
atributos y su fidelidad en el pasado (1 Crónicas 16:8-27).
Al volver nuestra mirada hacia el rostro precioso de Dios, hallamos fortaleza y consuelo aun en la incertidumbre.
Señor, que la luz de tu rostro brille sobre nosotros.
Buscar el rostro de Dios puede fortalecer nuestra fe.
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