Jesús dijo: El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia. Juan 10:10, NVI
Este título es preocupante. Es posible que alguien se pregunte: «¿Quién quiere hacer esto?» o «¿Cómo la autora del libro sabe que tengo alguna de esas debilidades o pecados?». Me llamó también poderosamente la atención la primera vez que escuché estas tres palabras en una iglesia cristiana, la primera que conocí, «La Catedral del Pueblo».
Así que cuando la pastora Edén, algún líder o pastor predicaban acerca de esto, me costaba creer que a alguien le interesara robarme lo mío, ya fueran mis finanzas, felicidad, confianza, familia, mis hijas. Que alguien deseara matarme y destruir mi vida, mis sueños, mi esperanza, mi testimonio. Hasta que entendí que más que hablar del diablo, Satanás, o el enemigo, esto era real. Lo comprobé primero en la Biblia donde dice que esas son las funciones y anhelos del enemigo de nuestra vida.
En mi caminar con Cristo, también lo he experimentado en diferentes pruebas y circunstancias de la vida. El enemigo me robó uno de mis matrimonios y mis finanzas. Destruyó en ocasiones mis sueños y trató de arrebatarme de este mundo mediante una grave enfermedad. Por eso tú y yo debemos comprender que solo en Dios podemos vivir confiadamente. Además, debemos en todo momento utilizar el recurso más poderoso que nos dejó el Señor: «La oración». Con la oración, te guardas en los brazos de Dios y depositas tu vida y la de los tuyos en sus manos. Solo allí estamos seguros y podemos encontrar nuestra verdadera felicidad, pues a Dios le interesa amarte, bendecirte y prosperarte.
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