En esta realidad, podemos encontrar esperanza, ánimo y consuelo. Tenemos la esperanza segura (1 Tesalonicenses 4:13) y la certeza de que, como Melissa había aceptado a Cristo como Salvador, está en un lugar «muchísimo mejor» (Filipenses 1:23). También disfrutamos de la presencia del Dios de toda consolación (2 Corintios 1:3) y de su «pronto auxilio en las tribulaciones» (Salmo 46:1). Además, solemos recibir ánimo de parte de otros creyentes.

Nadie desea experimentar tragedias en la vida, pero, cuando estas aparecen, nuestra mayor ayuda es confiar en Dios, la esperanza segura en la tierra de «esta es la realidad».

Señor, consuela mi corazón con la esperanza en ti.

Nuestra mayor esperanza viene de confiar en Dios.


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