«¡Sí que lo es!», protestó alegremente el niño.
«Mmmm, ¿por qué ese suéter?», preguntó ella; a lo que él respondió: «¡Para celebrar la vida!». Y el pequeño llevó su suéter…

Ese niño ya captaba la verdad de Eclesiastés 3:12: «Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida». Eclesiastés puede parecer deprimente, y a menudo, es malinterpretado porque se escribió desde la perspectiva de un hombre, no de Dios. El rey Salomón preguntó: «¿Qué provecho tiene el que trabaja…?» (v. 9). Sin embargo, vemos atisbos de esperanza en todo el libro. Además, Salomón escribió: «también […] es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor» (v. 13).

Servimos a un Dios que nos da cosas buenas para que las disfrutemos. Todo lo que Él hace «será perpetuo» (v. 14). Cuando obedecemos sus mandatos de amor, el Señor infunde propósito, significado y gozo en nuestra vida.


Señor, ayúdame a regocijarme en tus bondades.

El Señor que te hizo desea que lo hagas el centro de tu vida.


© 2017 Ministerios Nuestro Pan Diario