Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales. Hebreos 13:4
En estos últimos meses, Dios ha puesto en mi corazón un deseo muy grande de orar e interceder por los matrimonios. Tanto es así, que un día en la oración que hago al aire y en vivo por la radio, de repente sentí que debía interceder en ese momento por las parejas. Las palabras que salían de mi boca no eran mías, venían de parte de Dios.
En mi oración, les decía a todos que el corazón de Jesús estaba triste por los muchos divorcios y el dolor que se les causaba a los hijos. También instaba a los oyentes a no ser egoístas y a dejar de solucionar los problemas matrimoniales solo con el divorcio. Que fuéramos más conscientes de nuestros errores y defectos que los de nuestros cónyuges. Que empezáramos el cambio en nosotros en lugar de exigirlo en nuestras parejas. Por último, Dios puso en mí el clamor por ser firmes a la hora del matrimonio. Que había que dejar el interés de casarse sin motivos y haciendo pactos que se rompen al poco tiempo.
El matrimonio es una institución creada por Dios. Por lo tanto, es una decisión seria. Los que hemos tomado malas decisiones en cuanto a esto, pero que nos hemos arrepentido, no podemos cometer nunca más los mismos errores.
Si tú estás solo y en esa búsqueda de casarte, mi consejo es que esperes en Dios. Deja que Él te muestre con quién debes casarte y que sea en su tiempo perfecto.
